Bang Bang y Donde las lineas convergen by Brian W. Aldiss

Bang Bang y Donde las lineas convergen by Brian W. Aldiss

autor:Brian W. Aldiss [Aldiss, Brian W.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Spanish, ciencia ficción
publicado: 2008-06-30T06:46:29+00:00


Un intrincado sistema arterial proporciona el oxígeno necesario a diez mil millones de neuronas. Sistemas similares componen la enorme complejidad del cerebro. No es de extrañar pues que a veces se estropee una conexión, como en un televisor. El cerebro coordina y regula los sitemas musculares del cuerpo, almacena las experiencias de toda una vida y constituye el centro de la conciencia humana. Lo paradójico es que existen ciertos sectores del cerebro cuya función no hemos logrado comprender aún y, en consecuencia, podrían existir determinados tipos de conciencia que todavia desconocemos.

Durante aquella larga tarde, mientras mi padre y yo recorríamos la playa en busca de pájaros enfermos, estuve pensando en los extraños acontecimientos que tienen lugar en el cerebro y preguntándome cómo podía haber llegado a suceder todo aquello. Y esa noche, Tom tuvo el primero de sus tres sueños.Bueno, yo lo digo así, pero más tarde recordé que durante la noche anterior ―la primera noche que pasó con nosotros después de su estancia en el hospital―, de madrugada, Tom había dejado escapar un grito; yo lo había oído, pero después me había vuelto a dormir. En esta ocasión, eran cerca de las tres cuando comenzó a gritar. Era como una exclamación ahogada que fue creciendo paulatinamente de volumen. Nunca había oído nada semejante. Antes casi de haber despertado por completo, yo había saltado ya de la cama y corría hacia su habitación. Pasé como una exhalación frente a la puerta del cuarto de mi padre y entré en el de Tom.

Hacía un calor sofocante. La ventana estaba abierta, pero no corría una pizca de viento. Faltaban tan sólo dos días para la luna llena y su luz bañaba la habitación. Afuera, más allá de las dunas, brillaba el mar. Al mirar hacia la cama vi que el brazo de Barry estaba sobre el cuello de Tom. Fue retirado al acercarme yo, deslizándose rápidamente bajo la sábana.

Acaricié a Tom en la frente y le conforté hasta que se despertó del todo. Rompió en largos y profundos sollozos que convulsionaban su cuerpo. Me senté junto a la cama y le susurré palabras apaciguadoras, alegrándome de poder ayudar un poco. El rostro de Barry descansaba sobre la almohada. Era el de un hombre profundamente dormido: inexpresivo, pero difícilmente lo que yo llamaría muerto, dijeran lo que dijesen los médicos.

Mientras Tom se calmaba, advertí que los ojos de la otra cabeza estaban ligeramente abiertos. Había bajo los pesados párpados un brillo como de líquido. Aventurándome mucho, alargué el brazo y puse sobre ellos la mano derecha. En las yemas de los dedos noté un claro temblor.

Aquello me aterrorizó. Dando un grito, salí corriendo de la habitación y volví a la mía. Estaba de pie junto a mi cama, temblando, cuando oí que Tom me llamaba. Fui hasta la puerta y escruté la oscuridad del rellano.

―¿Tom? ¿Estás bien?

―Ven a verme, por favor, Robbie. He tenido un sueño horrible.

Naturalmente, me armé de valor y volví con él. Se había incorporado un poco, con lo que las otras dos cabezas se apoyaban una sobre otra como dos bolos, medio ocultas por las sábanas.



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